Por Azucena Ayuso
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28 de junio de 2021
Etapas. La vida son etapas. Algunas duran años, otras duran meses, semanas, e incluso minutos. En ocasiones necesitamos cerrar una etapa para comenzar otra, en otras ocasiones como quien practica el poliamor simplemente las disfrutamos o sufrimos a la vez. No recuerdo el momento exacto en el que comenzó mi historia audiovisual. Quizás mi idilio comenzó una tarde cualquiera a la edad de cuatro años mientras le cantaba al aire una canción inventada y mi tío grababa el momento con la ilusión de un niño que estrena rotuladores. Quizás las tardes de excursión en familia que acababan convirtiéndose en noche, con un frio que pela, para que mi padre y mi tío pudieran disputar por la mejor foto nocturna de Madrid. Quizá alguno de los días en los que rogaba a mi hermano y a mis primos que se disfrazaran para hacer sesiones fotográficas con mi cámara nueva. A lo mejor mi primer y único campamento de verano a Asturias donde iba buscando la mejor posición para fotografiar esos acantilados maravillosos y poder llevar a mi padre un poquito del mar que yo estaba viviendo y él no iba a disfrutar ese año. Quizás el punto de inflexión fueron los primeros viajes enamorada después de comprar mi primera cámara ¡sin carrete!, esa cámara solo descansaba cuando se agotaba la batería. El salto de calidad llegó con la conjunción de primera cámara con lentes intercambiables y primeros viajes por Europa. Las fotos tenían que salir perfectas, había mucho que estudiar de luz, composición, historia y cultura. A lo largo de mi vida la fotografía siempre ha estado presente y ha jugado un papel muy protagonista, pero nunca me planteé hacer de ello mi profesión. Crecí en el mundo de la “realidad”, de lo “práctico”, de los trabajos “de verdad”. Ser fotógrafa en mi pequeño mundo era como ser actriz o futbolista, un sueño alcanzable solo para unos pocos privilegiados. Las personas “normales” teníamos que pensar en cosas “reales”. Nunca lo he vivido con frustración porque fui una perfecta víctima del sistema, aquella que ni siquiera es consciente de que lo es. Pasé por todas las etapas “correctas”. Me gradué de bachillerato, fui a la universidad, hice dos Másteres, fui becaria, trabajadora, volví a la universidad… y en todas mis etapas, con éxitos y fracasos la fotografía ha sido mi compañera de viaje. Desde hace algunos años, la fotografía y el mundo audiovisual no solo son una parte de quien soy, también son la mayor parte de mi trabajo. Un trabajo que no busqué, pero para el que llevaba preparándome toda la vida. Un sueño que nunca me imaginé tener que estoy viviendo en la actualidad. Si has llegado hasta aquí, gracias por dedicarme lo más valioso que tiene cualquier ser humano: tiempo. Recuerda que a lo largo de nuestra vida nunca se dejan de abrir y cerrar etapas, no dejes de prepararte para vivir tu sueño, aunque aún no sepas cuál es.